26.9.15

INTRODUCING: LARVAS MARCIANAS (y el Duende Totémico Papa Nathas)

Inauguramos, con esta bizarrada demo, nuestro canal en Youtube donde iremos compartiendo lecturas y otros mambos: el equipo marciano bajo los efectos de la atmósfera terrestre.

Así justificamos.

No sé, vean ustedes.




QUEREMOS CUMBIA PARA LA PIBA ESPACIAL



 Piba espacial / cansada de todo ese aluminio / cuándo habrá una cumbia / que te nombre / piba del espacio. / Que no haya rescate / chabón / lo tuyo es de otro cine / lo tuyo es anterior / a la rebelión del face. / Por eso digo / la cumbia / de la piba espacial / ¿¿¿adónde, adónde está???

17.9.15

DEL COLOR DE LAS NUBES


Pronóstico de lluvia y paisaje urbano en Cumulonimbus, poemario de Flor Arias editado en 2014 por KILLA PRODUCCIONES. Que nadie abra el paraguas: lo que cae de las nubes es magia líquida.




Por Claudio Rojo Cesca
(Fotografía: gentileza de Flor Arias)

Cumulonimbus es una palabra rara y hermosa. Rebota en los labios cuando se la pronuncia y, una vez pronunciada, se vuelve inolvidable. Con esta colección de poemas de Flor Arias pasa exactamente lo mismo: hay que zambullirse y leerla sin escafandras. Y también prestarse al viento, para que el hechizo sea completo.
 
Un Cumulonimbus es una nube que se hincha y crece y tiene una cola como de yunque que tira contra la dirección del viento. Es, también, en este libro, una manera de jugar con las palabras, arriesgándose a no morir de ahogo: “Ojalá / te llamaras / CUMULONIMBUS. / Nadie sabe / qué mierda / significa / eso.” Lo que en Flor es conciencia de lenguaje, tiene los tintes de ser una conciencia pragmática del juego, de asalto por complicidad, y esa impresión tan epidérmica del universo como algo vivo y mojado es lo que vuelve a este libro un “aparatito” tan entrañable y tan fácil de llevar a cualquier parte. En aquel mismo poema, la autora gambetea: “Me pasa / que quiero / decir pirulín / y digo tu nombre.” El impulso de la poesía no sólo marcha hacia la elaboración de un territorio plagado de ambiguedades (la autora no parece querer enmarcarse en ese plano difuso, todo lo contrario), sino que nace de la certeza del equívoco, como si la procura fuera un camino a contrapelo de la poesía, donde una palabra sale a esclarecerse en lugar de plagar -  plagar de plaga, cosa infecta- de sentidos el papel. 

Otro de los yeites del poemario es que haya, además de juegos, juguetes: “Juguemos a que somos pinipons y caminamos con los dos pies juntos por una casita de plástico y yo te quiero dar la mano, pero la tengo pegada a mí y te quiero dar un beso, pero mi boca es solo pintura”. Flor no olvida, para que tampoco olvide el lector, que el terreno que pisa es un baile generacional y aprovecha la tinta para construir versos con latencia política, donde el desencanto, el amor o lo sexual son vividos con la perspectiva de un lenguaje que bien podría militarse: “Somos libres, / como peces, / pero / con más memoria.”

Es lindo ver que el Cumulonimbus sobrevuele bajo el ozono de cierta felicidad, incluso en la nostalgia, justificando con ello que en el planeta tierra todavía haga falta que alguien escriba poesía, acto antinatural que busca lo natural de la causa urbana, el barrio, su pequeño cielo, su inolvidable infierno. En esas madejas Flor Arias se pone los borcegos y sale a patear rumbo, con la nítida certeza de que todo lo que hace llover puede lograr que otra cosa crezca.


            


 


"CUMULONIMBUS", de Flor Arias.

Año de edición: 2014

Edita: KILLA Producciones 

Arte: BUO/diseño no convencional







La autora en primera persona:  Flor Arias, 28 años, salteña. Hago todo al revés, está en mi nauraleza. Soy madre de dos hijas muy chiquititas y estoy enamorada (lo cual me limita mucho a escribir). Trabajo en La Secretaría de Gobierno de la Municipalidad y en el Centro Preventivo Local para las Adicciones que funciona en el barrio Aráoz de la capital salteña. Cuando puedo, escribo poesía.”


Fragmento de "CUMULONIMBUS":

¿Sabías qué?
A la soledad hay
que bancársela
como venga.
Ni más, ni menos.

Pies pesados, pasos pensantes
gigantes que te traen a mí
de a poquito por las tardes.

Pensar
“acá estuvimos juntas,
acá almorzamos,
acá tomamos café con alfajorcitos”
te imagino charlando
toda perfumada.
Vieja hermosa,
Anteojuda y sabia

Verlo a él, el macho argento
un bátman peroncho
quedado en el tiempo.

Mi papá Edu
con su chulengo,
su jogging,
zapatillas nike,
blancas,
pinchando chinchulines,
picando y delirando
de nostalgia.

La terraza, la casa
del pasaje
de la Técnica
afuera la escuela
y la calle Triunvirato.

La noche
encandilaba
yo esperaba
a unos amigos
anarquistas
para publicar
poesías en un
fanzine.

Los amigos sesentones
con los que tomábamos
unos tragos y jugábamos
al ajedrez.

Todo se desprendió
no existe, se terminó
no está.
 

Más textos de Flor Arias: http://bajounanube.blogspot.com.ar/