ENTREVISTA A FABRICIO JIMÉNEZ OSORIO
Por Claudio Rojo Cesca
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Fotografía por Julio Gutierrez |
Escritor y editor, Fabricio Jiménez
Osorio es un notable surfer de la movida editorial independiente de Tucumán y el resto del NOA. Ha publicado
los libros “Bifurcaciones Falaces” y “Un limbo ideal”, desde donde arremete con
una prosa potente y sanguínea. El sello independiente que dirige, Gato Gordo Ediciones,
dio sus primeros pasos a comienzos de 2015 y hasta la fecha ha presentado seis
títulos, algunos de ellos verdaderas gemas en términos de forma y concepto. Recientemente,
Fabricio visitó nuestro platillo volador para
contarnos sobre esto y mucho más.
¿Cuáles fueron las inquietudes que desembocaron en la gestación de un
proyecto editorial con las características de Gato Gordo?
Veía que no había una apuesta
fuerte con la narrativa, como si la había con la poesía. Y veía también que a
la poca narrativa que circulaba, por lo menos a mi alrededor, le faltaba ser
más jugada, más desobediente y experimental. A eso se le sumaba que los libros
no son baratos, y que hay mucha gente que escribe cosas increíbles que por
cuestiones meramente materiales terminan siendo secretas. En Buenos Aires ya
existían desde mucho antes editoriales que a su manera habían respondido a
estas problemáticas (como Belleza y
felicidad, o Eloísa Cartonera). Obviamente
habían respondido en otro contexto histórico y político de Argentina, distinto
a este. Traté de tomar lo que me sirviera de esas tradiciones, y aplicarlas a
la “realidad” de este tiempo en este lugar, el Tucumán de 2015.
Hablanos un poco sobre el trabajo de edición con
los autores, desde el momento en que te encuentras con algo que te interesa
publicar hasta el final del proceso, con el texto impreso en su versión final. ¿Emprenden
un trabajo distinto o tienen un plan más o menos fijo?
En general se puede tener en
cuenta algunos planes fijos que están relacionados a la producción y
distribución. Por ejemplo establezco tiradas de 50 ejemplares, y le regalo a
cada autor la mitad. Si se agota, reimprimimos por demanda, para que todos los
títulos estén siempre disponibles. Pero a la hora de editar, cada libro ha
exigido un trabajo muy distinto. Quizás “Estatura
promedio”, de Florencia Méttola, haya sido el más ágil de editar. A ella me
la recomendaron, leí su blog, y me encontré con ese diálogo que disfruté mucho.
Sin conocerla casi, le mandé un mail proponiendo publicar su diálogo así como
está en el blog, pero ella quería retocarlo. Yo sentía que no hacía falta,
quería que ese librito se asemeje al formato de posteo. El resultado fue muy
bueno. Después, hay casos como el de María Perseveranda o Hernán Lucero, a
quienes ya había leído, y les pedí que me enviaran nuevos textos suyos, y yo
elegí lo que más me gustó. Suelo buscar lo que publico, y en muchos casos busco
libros que no están escritos, me empecino con personas que conozco, que sé que
escriben muy bien, y discuto ideas hasta hacer nacer de esas discusiones una
propuesta de libro, un libro que pida escribirse. Esos procesos son más lentos,
hay que ser insistente, establecer pautas y ese tipo de cosas. Me ha pasado de
estar en medio de una conversación y sentir que lo que se me estaba contando
era un libro. A algunas personas que se los he planteado, de entrada no creían
en sus ideas y necesitaron más discusión. Las entrevistas también comprenden
procesos de edición muy largos, muchas pruebas de galera desde la desgrabación
hasta el borrador final, eso lleva meses de trabajo. En todos los casos
buscamos que cada palabra, cada frase, cada oración del libro, se parezca
plenamente a sí mismo, que no haya impostaciones, que no suene como dicho por
otra persona que no sea su autor. Cada libro tiene, además, un diseño
diferente, juego mucho con las tipografías, y eso también lo voy consultando
con cada autor.
Parte del trabajo Editorial, en especial si pensamos un espacio independiente,
que circula fuera de las redes del mercado de las grandes librerías, es
encontrar su lugar dentro de la comunidad de lectores. ¿Cuál crees que es el
desafío más grande en ese sentido?
Para mí es fundamental que a
partir de la literatura se pueda generar una comunidad, encontrarle a la
literatura una vuelta “expansiva”. Primero que nada eso, y hoy por hoy es un
desafío muy grande, porque considero que nos cuesta leernos entre pares y
apoyarnos. Sí sucede, pero no a gran escala. El egocentrismo literario sigue
siendo aplastante por estas latitudes, y miramos mucho para afuera, sobre todo
para Buenos Aires (en caso de concentrarnos en escritores vivos). No está mal
atender que se hace allá, es muy inspirador muchas veces, pero también está
bueno intentar construir una fuerza acá.
El otro desafío que se me ocurre
sería hacer que la literatura genere interés. No se le demuestra el interés que
se merece, entre tantas cosas, porque comprar libros es caro. Y si se trata de
escribir y editar, tenemos una cultura de la edición como servicio, que para mí
hay que romperla. Sin querer se termina confundiendo “imprenta” con “editorial”.
Eso es grave. Entonces se escribe pensando que para publicar hay que mandar lo
que sea a cualquier editorial y preguntarle cuánto cobra. Así no funciona. O
por lo menos yo no estoy de acuerdo con ese camino. Los libros de Gato Gordo
Ediciones son baratos, están hechos artesanalmente con materiales que se consiguen
en cualquier librería. Me interesa que esa forma de producción resulte
alentadora a la autoedición artesanal, a la circulación de plaquetas entre
amigos, a la resignificación del libro (los que hacemos nosotros parecen
fanzines, pero eso se tiene que entender como parte de la estética que queremos
proponer en esta etapa inicial de la editorial).
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Fotografía por Nicolás Bulacio |
¿Cómo vienen pensando y haciendo las presentaciones de sus libros?
“Hornos - Entrevista a Ana Hynes” se presentó en un espacio under
que se llamaba La Panadería. Fue el último evento que hubo en ese lugar, porque
lo cerraron para demolerlo. En esa presentación hubo performance, bandas en
vivo, y por supuesto, una gran fiesta hasta el amanecer. Fue una fiesta
increíble, y el libro voló. Fue el primero en agotarse. No hemos hecho otras
presentaciones además de esa, pero a las próximas las pensamos así obviamente,
siempre van a terminar en fiesta. Nos parece fundamental eso, porque contribuye
a quitarle a la literatura este prejuicio de que es solemne, aburrida, y poco
convocante.
A fines de octubre presentaremos
el segundo de la Colección Entrevistas: “Coturnos – Entrevista a Liborio
Iuculano”. Es un libro que parte de experiencias personales en torno al arte
Drag, desde el punto de vista de quien consideramos la dragqueen más importante
de Argentina: Elektra Trash. Esa presentación también tendrá una fiesta muy
loca, y será en el marco del festival de arte LGTB “La degenerada”. Durante la
instancia “formal” de la presentación, es decir, al inicio, lamentablemente Elektra
no estará físicamente, pero la tendremos vía Skype.
El catálogo está enteramente dedicado al texto en prosa, pero también
hay una rareza: Fiestas Maravillosas
(Invitaciones Reunidas), de Katra Katrina. ¿De dónde salió una idea tan
interesante para un libro como ese y qué creen que se cristaliza a través de
esas invitaciones?
“Fiestas maravillosas” es lo
primero que publicamos a principios de año. Con ese libro nació Gato Gordo
Ediciones. Y fue una idea mía, la venía pensando desde diciembre del 2014. Las
invitaciones que están ahí son descripciones reales de eventos de facebook,
copiadas y pegadas tal cual, con errores de ortografía y de tipeo. Lo único que
hice fue rastrearlas una por una, ordenarlas cronológicamente, y titularlas.
Son las fiestas que se hacían y se siguen haciendo en un lugar que nos encanta
y donde también hicimos alguna que otra fiesta: Tucumán Arde. La mayoría de la
gente que va a esas fiestas sabe quién es la autora de esas descripciones
delirantes (es amiga mía además). Un día le propuse que editemos sus
descripciones y las publiquemos. Se entusiasmó, pero me pidió que no revelara
su nombre real. Una pena, me hubiera encantado convencerla de que lo firme con
su nombre. Como me sugirió el pseudónimo Katra Katrina, le pedí que me inventara
una biografía breve para la primera hoja del libro, y me la mandó ese mismo
día. El libro creo que es de los más graciosos del catálogo. Me pasa que me lo
sé de memoria pero cada vez que lo abro en cualquier página, me tiento de la
risa. Eso ya me parece profundamente literario. Es inclasificable, como digo
siempre, es gracioso, libre, desprejuiciado, y escrito como en estado de
ebriedad. Para mí, una joyita.
Contanos un poco sobre Hornos,
entrevista a Ana Hynes, que pertenece a la primera serie dentro del
catálogo. ¿Cómo fue creciendo la idea del formato?
“Hornos” fue una co edición junto
al Colectivo LGTBIQP en lucha. El colectivo cuenta con un poderoso archivo de
entrevistas a personas no heterosexuales que vivieron en Tucumán y el NOA. La
idea era apelar a la memoria colectiva para empezar a reconstruir la historia
LGTB a nivel provincial, porque es una historia no documentada, y llena de
datos y vivencias muy ricas y asombrosas, pero además necesarias de hacerse
visibles. Como esas entrevistas no tenían circulación, le propuse a mi
compañero y amigo Patricio Dezalot que inauguráramos una colección nueva que no
sea de ficción, que sea de historial oral, tomando de base a los archivos del
Colectivo LGTBIQP en lucha. Le encantó la idea, me presentó un súper proyecto,
que incluía a “Hornos” como el primero de la lista. Así que empezamos por ese.
Lo editamos juntos, él como director de la colección, y yo como director de la
editorial. Quisimos hacerla “literaria”, que sea como leer un monólogo o una novela,
y para eso cambiamos muchas cosas, empezando por la eliminación total de las
preguntas. Son entrevistas sin formato de entrevista, y libros sin formato de
libro convencional (tiene gráficos y las páginas están divididas en dos
columnas, asemejándose a una revista). El diseño y maquetación ahí corrió por
cuenta de Nicolás Bulacio, que nos dio una mano importantísima también en la
presentación a través del registro fotográfico. Es una colección muy linda, y la
recepción que tuvo puntualmente ese libro fue fenomenal. Por ahora está
agotado, pero dentro de muy poco sale una reimpresión.
Tomemos un momento para hablar de Un
limbo ideal, uno de los libros de Gato
Gordo, que es, además, de tu autoría. Es un texto muy diferente a Bifurcaciones Falaces, a pesar de que
ambos ubican una primera persona para narrar y desarrollan componentes muy
abstractos, como la vida onírica en Limbo
y esa especie de asociación libre arrolladora de Bifurcaciones. ¿Qué puedes decirnos sobre la experiencia en la
construcción de estas voces?
Para mí, “Bifurcaciones falaces”
es una nouvelle en clave de prosa poética. Tengo amigos que disienten, que la
consideran un poemario, y otros que lo ven inclasificable. Son 8 textos
escritos solitariamente durante un invierno. Es un libro invernal, que se
empezó y se terminó a sí mismo solo. Tomé algo de Osvaldo Lamborghini, que
empezaba por una frase cualquiera, y agregaba otra, y así seguía sin parar. Eso
me pareció un procedimiento fascinante para comunicar como “desenterrando”,
largarse a escribir hacia adelante, sin un plan. Escribir para DESCUBRIR qué
era lo que se quería decir. Ese fue el ejercicio de “Bifurcaciones…”, muy
parecido a una sesión de psicoanálisis, si se quiere, o al método de los
surrealistas (aunque no es un libro surrealista).
“Un limbo ideal” aparece mucho después. La exploración es otra.
Antes renegaba con la literatura onírica, me parecía un lugar común al que
había que evadir, como creo que hay que evadir a todo lugar común. Después me
enemisté con eso y consideré a mi propio prejuicio un lugar común, y empecé a
contar mis sueños en mi muro de facebook. A fin de año noté que había acumulado
muchos sueños, y los copié y pegué en un bloc de notas, y ahí quedó. Después
vino Eduardo Muslip al taller de narrativa Ampersand. Yo estaba participando y
no tenía un cuento, así que agarré esos estados de face que hablaban de sueños,
e hice una especie de collage. Los ensamblé, les di continuidad, busqué que
siguieran un hilo (en ese proceso fueron eliminados algunos sueños, cambié
tiempos verbales, modifiqué varias cosas). Quedó un texto muy raro, lo llevé al
taller sin mucha confianza, y a partir de su lectura se originó un debate
genial sobre Felisberto Hernandez, Copi, Levrero… No lo podía creer, me resultó
alentador, y lo publiqué atendiendo a las observaciones que me habían apuntado
Muslip y mis compañeros.
¿Te parece que el auge de las redes sociales y la cultura del blog
aportó su granito de arena en el surgimiento de la movida literaria
independiente?
Sí, absolutamente. Incluso
también creo que las redes sociales impulsan, no solo otra forma de circulación
literaria, sino además otra manera de escritura (breve, absurda, en tiempo
presente, autorreferencial, entre otras características), y eso comprende un
cambio muy notable en la literatura desde un tiempo a esta parte. También a
través de las redes sociales se generan vínculos a distancia, intercambio de
textos, etc. En ese sentido, no puedo dejar de citar mi experiencia en la
revista Los Inquilinos. Tanto conmigo, como con Fernanda Alvarez Chamale (desde
Salta), el trabajo estuvo facilitado por las redes sociales. A las ideas que me
inspiraron a hacer Gato Gordo Ediciones las conocí por diarios digitales linkeados
en facebook. Sobran ejemplos para atestiguar que la movida literaria
independiente y las redes sociales están entrelazadas a fuego.