19.9.17

TRICOTA DE ROCK SINFÓNICO



Andanzas por la Trinidad sinfónica de Yes, Genesis y Pink Floyd. 
POR JUAN ANSELMO LEGUIZAMÓN



IN MEMORIA DE YES
Era junio cuando escuché por primera vez a Yes en nuestra granja de Lalande. Al almacén del pueblo llegaba el abasto de la Capital: tabaco, licores, revistas y algunos long-plays. Recuerdo que Gretel puso “Fragile” en el tocadiscos que teníamos, un Bergliaffa regalado por mi abuela. Esos años en la granja sureña fueron maravillosos, intentábamos recrear una comunidad tipo californiana en ese apartado valle de un ambiente rodeado de nieves eternas, abrigados por ron holandés. Al cabo de año y medio solo quedábamos nosotros y la familia de Udo Lemper a media hora a pie por el bosque.

Escuchamos el disco de Yes durante todo el día, una y otra vez mientras cocinábamos, hacíamos el amor o leíamos poesía a la luz de una lámpara a querosén. Siempre estuve segurísimo de que ese día nos quedamos embarazados de Miguelito niño, porque además nos salió parecido a Jon Anderson. 

Estábamos inspirados, armonizábamos hacia otro mundo renovado y distinto. Aprendimos a cultivar tomates de otra manera, tanto que tuvimos tomates amarillos y tomates a rayas como jamás nunca de los jamases volví a encontrar en ninguna parte, ni en Disco o Carrefour.

Al tiempo nos separamos, intensidades diferentes nos alejaron. Gretel se unió a la lucha clandestina y yo recalé en Río de Janeiro en busca de una Generación Beat que no encontré porque, claro, me habían pasado mal el dato. Pero había otros. Pasé unos años viviendo y trabajando allá en la imprenta de un amigo de un amigo de un amigo, con Miguelito niño a cuestas quien hoy ya pisa los cuarenta, es fan de los Red Hot, trabaja de programador en Shenzen y va por su decimoquinta novia.

En fin, mi querida Gretel sobrevivió gracias a su extraordinaria intuición y pasó su segunda o tercera vida en el interior de Santa Fe dedicada al suero de la leche con Gogol, su marido tambero. Falleció hace un par de años, creo que feliz, rodeada de nietos, a saber por las fotos que subía al Facebook. Yo me volví a la casa familiar en Santiago y aún sigo aquí, enfermándome y recuperándome y así la vida. Tuve mis amores en Ipanema, en Buenos Aires, pero todo ya fue.

Estaba solo en mi Mercedes con el motor apagado y mirando a la nada en un descampado –muy Francis Scott Fitzgerald- cuando me enteré por radio de la muerte de Chris Squire, un gran cimiento de Yes. El tipo debe haber tenido algún pacto con fecha de vencimiento –esas cosas creemos en nuestro pueblo. Apagué la radio. En un relámpago se me apareció la granja, Gretel, el tocadiscos, esos tomates rayados como pequeñas sandías… Y lloré ahí sentado en el auto.

Justo llegó un mensajito de Jorge Lygeti para juntarnos a tomar un café en el Servi-Sur de la Belgrano y Solís y me desperté, no, esto ya está pasado de falso, ficticio, porque ahora que lo recuerdo la primera vez que escuché “Heart of the Sunrise” estaba en la secundaria, en un cassette que me grabó un compañero y al que yo mismo le dibujé el logo de Yes en la tapa con lapiceras azul y verde. La memoria me hace así, supongo que por la edad y también por los duendecillos con sombreros de hongo que de vez en cuando me cambian las cosas de lugar.


***


IN TOO DEEP

Con este tema de Génesis al fin se besaron en una noche de fiesta en el patio de la escuela secundaria. Corría 1988.

Ahora, estén donde estén, cada vez que suena “In Too Deep” cada cual vuelve a sentir por un segundo el sabor del chicle bazooka: uno de menta, el otro de fruta.


***


SIGUE BRILLANDO

Pensábamos que era el peso del silencio pero no, era Pink Floyd lo que nos había vaciado de palabras.

Una vez más, frente a frente. Nada que decir, nada que tomar. La lluvia, etcétera.

El deseo de seguir con vida pudo más.

Hizo los bolsos, su vuelo partía en un par de horas.

Ese tema de Pink Floyd sería lo último que escucharíamos juntos -y solos y secos y callados- en esa habitación donde pasamos lo mejor y lo peor.

“ShineOnYouCrazyDiamond” se convertiría en mi (nuestro) mantra de autoayuda por el resto de los años. Lástima los nenes. A ellos les quedaba Pepa Pig.

El campanario.

Anyway, Bye and Shine On You Baby.


                   ***



 
Juan Anselmo Leguizamón (Santiago del Estero, 1971). Lic. en Comunicación Social. Poeta. Ha publicado el libro de poemas ¿De quién son estos zapatos? en la Colección Pez Náufrago de Ediciones Del Dock (Buenos Aires, 2011). Fue antologado en Poesía Joven del Noroeste Argentino del Fondo Nacional de las Artes (Santiago Sylvester, 2008) así como en antologías de festivales y ciclos de Tucumán, Salta y Santiago del Estero (2011-2016). Integró el colectivo La jeta literaria (2009). Como JAL Nueve Mil hizo Audiopoéticas (soundcloud.com 2012). Organizó en mayo-junio de 2015 el Wasapoesía - Primer Festival de Poesía en WhatsApp (soundcloud.com + hearthis.at). Integra la selección de la Antología Federal de Poesía Región NOA del Consejo Federal de Inversiones (Samuel Bossini org., 2017). Participó como invitado en el 12° Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires (2017).
Blogs: gimnasioelgordo.wordpress.com medium.com/@juananselmo

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